La guerra y la paz

La guerra y la paz

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Es la dialéctica eterna de la vida del hombre sobre la tierra. “Si quieres la paz, prepara la guerra”, era un dicho de los romanos. En realidad, la humanidad siempre ha vivido en guerra. Basta con hacer memoria: familias, comunidades y pueblos siempre han vivido en guerra. La paz es como una ilusión, como un clarito de luz azul en un cielo de vendaval y nubarrones.

Hemos asistido a tantos procesos de guerra entre los pueblos: Israel y el Estado Palestino, confrontaciones, la agitación, la sangre derramada, el conflicto, la pérdida de la paz.
Árabes, descendientes de Ismael, el hijo de Abraham con la esclava, y de los descendientes de Isaac, el hijo de Abraham y de Sara, la esposa, la libre. Es una rivalidad que viene de muy atrás, en un oriente conflictivo, sembrado de resentimientos y odio, donde difícilmente florece la paz de manera estable.

Hay tantas divisiones sobre todo el planeta por los grandes bloques que forman grupos de naciones por la ambición de riqueza y de dominación. Grandes bloques se forman en torno a ideologías: la Cuarta Transformación Política, el control de la posesión de las grandes riquezas entre las grandes potencias y los países explotados. Son las grandes potencias económicas, que hacen la riqueza, y los países explotados, empobrecidos, saqueados en sus recursos naturales, en las transacciones perversas en el negocio de las materias primas.

Una manifestación palpable y escandalosa es la guerra de los aranceles para controlar la producción y afianzarse en la dominación política y quedarse con la mejor parte en la producción y de los bienes de consumo del planeta.

La mujer y el hombre, divididos en su ser, en su intimidad, llevan una lucha de contrarios que rompe su armonía interior. Y son factor de división en sus círculos más cercanos. Las familias pelean a muerte las herencias, los bienes materiales.

Los mexicanos, triste y dolorosamente, se han dividido por la droga y el gran negocio, por el control de las plazas y por el dinero. Es trágica y patética la división de los pueblos por el control de la droga y del gran negocio. En esa lucha, los cárteles, por el control de la plaza y de la hierba y el fentanilo, se dividen terriblemente, se matan con una crueldad y frialdad diabólicas y acaban con las vidas preciosas de adolescentes y jóvenes. Estamos en un país de guerras de los narcos. Son conocidos los nombres de los cárteles.

Hay tantos desaparecidos y levantados. Es un panorama trágico. No nos podemos acostumbrar.

La luz de lo alto

En la visión profunda de la persona humana descubrimos que el ser humano no tiene paz. En su alma hay intranquilidad, fuerzas encontradas que chocan y rompen la armonía. En los mismos orígenes de la humanidad se rompió la armonía y la serenidad, se rompió la paz. Entró el desorden, el crimen que divide y pone en estado de lucha. El hombre está dividido en sí mismo y es escenario de luchas internas terribles.

La creación, como salió de manos de Dios, era apacible y armoniosa, y aquí entra la historia de la irrupción del mal, del pecado original, por la seducción de Satanás, que introdujo la rebelión contra el orden del Creador.
En los orígenes mismos se acabó la paz. El hombre acusa a la mujer, su compañera; la mujer acusa a las criaturas, la serpiente. Es la división, el deseo de dominar a los demás y una relación de fuerzas, una lucha que brota desde lo más íntimo del ser. Es un dinamismo antagónico.

Por esa falta original, el hombre queda dividido en sí mismo. Es la división entre el bien y el mal. Afirma san Pablo, citando al poeta latino: “No entiendo lo que me pasa, hago el mal que no quiero y dejo de hacer el bien que quiero”. El poeta latino escribía: Video meliora proboque, deteriora sequor.

No podemos olvidar que detrás de tantas fuerzas del mal está presente y activo Satanás. “Esta es la hora de ustedes y el poder de las tinieblas”, afirmaba Jesucristo confrontado a Satanás, que quería matarlo.

Las guerras de los cárteles, la violencia por el dinero y el poder sobre los pueblos es una manifestación de la lucha que viene desde el principio entre el bien y el mal. Es Satanás que se sigue oponiendo a la obra de Dios, al cosmos. Es la lucha entre el bien y el mal, es Satanás que quiere ser adorado como dios y le hace la guerra al único Dios.

Es la lucha entre el bien y el mal que viene desde el principio. Es Satanás que se resiste a ser vencido por el Hijo de Dios, Jesucristo, y continúa su obra de seducir a los hombres para llevarlos al infierno, al tormento. Satanás es mentiroso y asesino y solo quiere destruir las criaturas de Dios.

rmr

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