Indignación del pueblo ante el crimen

Indignación del pueblo ante el crimen

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La muerte de ciudadanos valiosos hace arder la indignación en el pueblo por los crímenes y la impunidad.

Vista panorámica

Cada día vemos cerca de nosotros a muchos inocentes morir a manos de los criminales, dan cuenta los noticieros —menos el del oficialismo—; hay muchos asesinatos en nuestro entorno, en nuestra vecindad, y la autoridad voltea para otro lado. No reconoce la realidad ni enfrenta a los asesinos para detener el derramamiento de sangre.

Para ellos, todo es retórica y no acción eficaz para detener la sangría, como en otros países. Ahí la autoridad afirma: “Se dio un crimen en tal parte, un asesinato; el criminal fue abatido o detenido por la policía y será sometido a proceso. No saldrá libre luego, luego porque la autoridad no armó bien la carpeta”.

En Apatzingán y en otros pueblos se da cuenta de muchos jóvenes desaparecidos, al parecer completamente olvidados, sin que se les busque para hacer justicia.
El exalcalde de Zinapécuaro es reportado como desaparecido.

Estados Unidos planea ataques contra los cárteles de la droga en territorio mexicano. ¿Qué más da, si eso nos trae la liberación? Los asesinados y las familias sacrificadas necesitan más eso que declaraciones retóricas: la soberanía, “México no es piñata”.

Los transportistas bloquean carreteras en el Edomex, exigiendo justicia por un compañero desaparecido.
Matan a Israel Ramírez Peralta, agente municipal en Oaxaca. La sangre se derrama de mar a mar y de frontera a frontera; alcanza a todos los pueblos, en los campos y caminos de México.

El sentimiento de inseguridad, de miedo a la muerte, se hace fuerte y palpitante en todos los pueblos; alcanza a las familias, a toda la gente.

Carlos Manzo, el alcalde de Uruapan, tenía una visión sabia, una utopía de futuro. Por sus ideales puso en juego su vida. Trataba de entender a los criminales. Yo comparto la idea de que son gentes desdichadas, castigadas por la pobreza, la marginación, el hambre y el horizonte bloqueado por el poder de las tinieblas. Satán es mentiroso y asesino que tiene muchos seguidores para destruir y sepultar en el caos y la muerte.

La luz de lo alto

De mi amigo desaparecido no hay ni rastro después de tres meses. La carpeta está medio olvidada, perdida en los alteros de carpetas de la fiscalía. Con la presión del fiscal del estado, algo parece moverse, sin claridad y armonía en los empleados.

La delincuencia organizada no madura sin la complicidad del Estado, afirman quienes reflexionan sobre la situación: López Portillo.

Hay demasiadas declaraciones: no sirven para nada, son banales. “Hay delincuencia organizada y autores intelectuales tras el asesinato de Manzo”, declara Alfredo Ramírez Bedolla. ¡Qué novedad! Viene de lugares comunes, no aclara nada.

Sheinbaum declara condenable, cobarde y vil el asesinato de Manzo. Otra vez palabras de un lugar común, frases todas hechas, muletillas que no sirven para nada.

Es lamentable la actitud en las declaraciones de Claudia. No asume la realidad para que se aclare la verdad y se haga justicia.

Se evade la realidad y se reacciona con ataques a los partidos de oposición. ¡Increíble! Echan la culpa de los problemas actuales al pasado, a otros partidos, a Felipe Calderón. Traen a cuento el lugar trillado de García Luna. Es el único nombre que se saben de ese tiempo. Tienen la culpa de las broncas de este momento los malos del pasado. Ahí no entra el sexenio de López Obrador.

Es un recurso para no enfrentar la responsabilidad en el momento actual. No hay lógica ni se asumen los problemas del momento. En vez de dialogar para encontrar una solución con todos los mexicanos, los gobernantes de la mayoría se salen por la tangente y, sin ninguna lógica, crean polémica en vez de reflexionar y buscar objetivamente la solución frente a los problemas.

El miedo, secreto y silencioso, gana a la población. En los rostros de la gente hay un fondo de miedo, que cada vez más se lee en la expresión de mexicanas y mexicanos sombríos, preocupados.

La indignación estalla cuando el crimen diabólico toca a gente valiosa, que tiene para el pueblo un valor de símbolo, de inteligencia, nobleza y esperanza. Es el caso del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo. ¡Es indignante, inadmisible! Es una pérdida demasiado grande. El crimen organizado lo arrebata. ¿Dónde estaba la Guardia Nacional y todas las policías? ¿Dónde estaba la estrategia infalible de García Harfuch, que sólo tiene éxitos y victorias sonadas?

¿Qué podemos hacer con nuestro México, nuestra familia, nuestra persona? No podemos quedarnos como mansos corderitos que se entregan a las fauces y garras de lobos feroces.

Somos seres humanos, criaturas de Dios con dignidad e inteligencia, con toda la grandeza y el poder para salvar a México de los perversos y criminales. No podemos quedarnos con los brazos cruzados y a la deriva, esperando que aparezca un papá y venga a liberarnos.

La indignación debe despertarnos, hacernos conscientes de nuestra misión y emprender la lucha por un país decidido a vencer al poder de las tinieblas, con sus aliados en los puestos de poder, que traicionan al pueblo y lo venden por 30 monedas a los criminales.

Debemos entender que el Creador está contra la iniquidad, la mentira, la complicidad de los jefes, que Dios puso para vencer a los demonios y dar seguridad y paz a los pobres y a todos los que desean y luchan por la paz.

Tenemos que hacer opción por el bien y la justicia, al lado de aquel que desafió los poderes del mal, que entregó su vida por los pobres, fue muerto y resucitó. Así inauguró el mundo nuevo de justicia y de paz.

rmr

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