El valor de ser desertores

El valor de ser desertores
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Hace ya muchos años, por allá de 1939, el poeta inglés T. S. Eliot, ganador del Premio Nobel de Literatura, escribió: “En un mundo de fugitivos, el que tome la dirección contraria pasará por desertor”.

Enorme frase que incomoda y remueve, porque nos recuerda que vivir con autenticidad a veces significa exponerse, quedar en minoría, ser señalado o incluso desplazado. Más ahora, en nuestra increíble e “incongruente” realidad política.

Hoy se nos invita insistentemente a seguir la corriente: pensar lo que piensan todos, repetir lo que se aplaude, callar lo que incomoda, arrinconar los principios y mantener intocado el statu quo. Pero la historia no se mueve con el aplauso fácil ni con el silencio cómplice, sino con mujeres y hombres que se atrevieron a pensar distinto, a hablar cuando había que hablar, a dar un paso en dirección contraria y hacer lo que se debía, siempre en la línea de congruencia entre lo que se dice, se piensa y lo que se hace.

El cambio empieza siempre por uno mismo. Antes de exigir transformaciones “allá afuera”, debemos preguntarnos qué estamos dispuestos a cambiar “aquí adentro”. No hay reforma social sin reforma personal.

Qué fecundo es hoy reconocerse deudor de una historia, de una ciudad, de un país y de una civilización. Quien sabe de dónde viene, sabe también hacia dónde quiere ir. La gratitud hacia nuestras raíces nos da ancla; el compromiso con el futuro nos da rumbo.

Hay que haberlo dado todo para no tener nada que perder y lograr una verdadera libertad de palabra y de acción. Esa libertad incómoda, pero necesaria, que nos permite llamar a las cosas por su nombre.

Nuestra vida sencilla y cotidiana, tan humana y tan aparentemente pequeña, tiene un valor inmenso para cambiar el rumbo de la historia. Porque la historia no se cambia solo en las grandes gestas de poder, sino en las decisiones silenciosas y diarias que tomamos cada uno de nosotros.

Hoy, más que nunca, necesitamos desertores de la corriente. Hombres y mujeres dispuestos a remar en sentido contrario, no por rebeldía estéril, sino por amor a la verdad, a la justicia y a la dignidad humana. Seamos de los que tomamos la dirección contraria cuando así se requiere… Atrevámonos a ir contracorriente para construir la historia que soñamos, esa que merecemos.

rmr

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