¡El gobierno debe pensar!

¡El gobierno debe pensar!

Paraero una gestión benéfica y sabia de la cosa pública es indispensable la reflexión seria y honesta en base a los valores universales e inmutables, y de los los principios que norman la convivencia social y la gestión de la cosa pública, como el bien común, la subsidiaridad…

Asistimos a acciones del gobierno sin el sustento de un pensamiento documentado, maduro, objetivo. El gobernante no enfrenta las grandes necesidades de la nación y el punto de vista de los gobernantes y pensadores de la oposición.

No se da el diálogo sabio y objetivo, en vez de eso, las afirmaciones se convierten en una propaganda, en polémica que se traduce en descalificaciones que ponen a los adversarios en el rango de los malos de la película de la narrativa oficial. Se les confina a la categoría de personas que no piensan y que sólo buscan intereses mezquinos de provecho propio, prisioneros de una ideología pasada de moda. No se puede satanizar, ha habido servidores públicos muy valiosos y que han hecho bien en México

Pero en la narrativa oficial, maniquea son todos personas despreciables, incapaces de pensar el bien para el país. En cambio el que tiene el poder es un modelo de moral, un dechado de virtud y su gente son el “pueblo bueno”. Es sofisma.

Tenemos derecho a observar con sentido crítico decisiones de interés nacional y a tener nuestro punto de vista, nuestro criterio. El trasladar el movimiento de carga de los aviones al AIFA debe realizarse atendiendo al bien de México y a los intereses legítimos de los empresarios de la aviación. No es posible con esta actitud pasar sobre esto y resolver el asunto por un decreto como está sucediendo actualmente. Aparecerán muchos consecuencias funestas que se tratarán de ignorar.

Hay que observar si realmente es lo que se requiere para la marcha del país en la cuestión económica, y en todo. El Bien Común es el criterio que se debe de seguir y no la idea de un individuo, el proyecto original, la defensa a ultranza de las obras insignias del gobierno.

Es la lucha que se está librando por la reforma electoral, por la transformación o desmantelación y, finalmente, por la desaparición del INE tal como está funcionando con magníficos servicios y frutos para la democracia de México.

Parecía que vemos superado la época del absolutismo cuando el rey y su corte eran dueños de las vidas y de las fortunas. Ésa concepción del poder sigue viva y operante en quienes escalan el poder y se marean.

La luz de Dios

Como seres inteligentes los mexicanos necesitamos reflexionar y tener una visión inteligente y madura del presidente, de su programa y modelo de México que quiere alcanzar.

Con serenidad, ánimo conciliador buscando el bien del presidente y del pueblo necesitamos informarnos y entender su lógica y el bien que busca de la nación. Como funda sus decisiones y sus declaraciones en los asuntos más graves del país. En la marcha del país, esta visión de la realidad debe darse sin ningún afán de molestar al gobierno y de hacer el mal.

Lo que cuenta absolutamente es el buen funcionamiento de la vida nacional y los intereses de las compañías de aviación y de todos los mexicanos, antes que el deseo de promover el AIFA y los proyectos consentidos del presidente que deben servir primeramente a la transformación que necesita México en realidad y no en el discurso de las mañaneras. Es lo que necesita promover el presidente, por bien de él y que lo llevará a “hacer historia”.

El INE es una institución fruto de una larga lucha y de muchas batallas desde aquella época en que el gobierno controlaba las elecciones, en una democracia ficción al servicio de la dictadura. En ese tiempo este servidor estudiaba en el extranjero para los otros países no había duda: México era una dictadura de partido. No podemos olvidar esos tiempos de falsedad y arbitrariedad, en el control y el carro completo del PRI. Es la historia que nos quieren repetir.

La ambición del poder por el poder y por las ventajas de dinero y placer y gloria es una tentación muy real sigue acechando a la clase política. Por eso buscan el control del poder a través del control de las elecciones .

Es algo difícil de entender la obsesión disfrazada del poder totalitario. La persona gobernante quiere sentirse mesías, lo hemos visto en nuestros políticos. Es una pasión diabólica, se explica por la influencia de Satanás que quiso y desea soñando ser como Dios.

Cuando los emperadores romanos eran tratados como dioses, no protestaban, les gustaba el juego. Y siguen creyendo en la ilusión absurda y satánica.

Ah. Si los gobernantes, católicos uno se convirtieron Cristo, escucharán su palabra y buscaran ponerla en práctica. Superarían los intereses mezquinos, las bajas pasiones y serían como el hijo de Dios hecho hombre: pasarían como el último de los servidores, se despojarían de sus intereses mezquinos y absurdos, entregarían todo hasta derramar sangre por vencer a la corrupción, la mentira, la vanidad y el odio.

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