El espejismo del bienestar

El espejismo del bienestar

Publicado

Alejandro Moreno*

Las recientes cifras de pobreza dadas a conocer por el INEGI han sido presentadas por el gobierno como una prueba del éxito de su supuesta política social. Sin embargo, más que un logro del Estado, estas cifras revelan una paradoja peligrosa: la supuesta reducción de la pobreza es, en realidad, un espejismo que esconde las vulnerabilidades estructurales de millones de familias mexicanas.

Lo que muestran los datos es que la mejora en el ingreso no obedece a una estrategia de bienestar diseñada desde el poder, sino al esfuerzo de la clase trabajadora que, con jornadas más largas o con la búsqueda de alternativas de empleo, ha tratado de compensar la pérdida de poder adquisitivo.

A ello se suma un factor clave: las empresas y organismos de representación empresarial, en particular la Coparmex, que desde el sexenio de Enrique Peña Nieto impulsaron un aumento sustancial del salario mínimo. Ese proceso continuó en el siguiente gobierno, no por convicción de Andrés Manuel López Obrador, sino porque las condiciones políticas, económicas y sociales lo exigían. La narrativa de que la actual administración fue la promotora de un nuevo modelo salarial es, en el mejor de los casos, una distorsión de los hechos.

El espejismo se desvanece cuando se observa el deterioro de los servicios públicos. La fragilidad en la atención médica y el desmantelamiento de la seguridad social convierten cualquier enfermedad en un golpe devastador para la economía familiar. Una cirugía de emergencia, un tratamiento oncológico o una hospitalización prolongada tienen la capacidad de borrar, de un solo tajo, los avances salariales que con tanto esfuerzo se han conseguido.

El desmantelamiento del Seguro Popular y el colapso de los sistemas de salud pública han fortalecido, en los hechos, a los servicios privados, a los que cada vez más familias deben acudir para salvar la vida de sus seres queridos. La consecuencia es clara: el supuesto bienestar se convierte en una frágil burbuja que revienta ante la primera crisis de salud.

El riesgo que enfrenta México es profundo. Si bien los incrementos salariales representan un alivio inmediato, no pueden sustituir las políticas públicas de protección social. La ausencia de un sistema de salud sólido, la precarización de las pensiones y la inseguridad en el acceso a medicamentos dibujan un panorama en el que millones de mexicanos siguen caminando en la cuerda floja.

El verdadero desarrollo social no se construye con narrativas triunfalistas ni con estadísticas acomodadas. Se edifica con instituciones fuertes, con servicios públicos universales y con un Estado que reconozca que el bienestar de su población no puede depender exclusivamente de la resistencia de su gente ni de la iniciativa del sector privado.

Hoy, el espejismo del bienestar es el reflejo de un país donde los números no cuentan la historia completa y donde la vulnerabilidad de la población amenaza con pulverizar los supuestos avances.

*Presidente Nacional del PRI.

BCT

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