El ajedrez de Morena: la ¿caída? silenciosa del grupo de Adán
En el primer círculo presidencial ya no están “Agusto” con el ex secretario de Gobernación y sus operadores enquistados en diversos gobiernos estatales.
Detrás del discurso de unidad que Morena repite como mantra, se cocina una purga silenciosa.
En Palacio Nacional ya no hay margen para estructuras paralelas.
Adán Augusto López Hernández, quien fuera secretario de Gobernación y figura cercana al presidente, ha pasado de ser jugador clave a pieza incómoda.
La operación del grupo de Adán en el Senado para frenar la agenda presidencial, el apoyo solapado al Partido Verde en momentos clave, y la reciente intervención en la composición del Consejo Nacional de Morena, con el claro objetivo de frenar a Andrea Chávez. Todo bajo una lógica de resistencia interna que ha dejado huellas.
Otro mensaje: visas revocadas.
El llamado “buró político” de Adán comenzó a fracturarse. Sus miembros —Arturo Ávila, Cuauhtémoc Ochoa, César Yáñez, Arturo Ávila, Marina del Pilar, Mario Yergo, Amairani Peña, entre otros— tejieron alianzas fuera de reflectores. Se reunían en el edificio Carso, propiedad de Carlos Slim, con personajes como Alito Moreno y el Güero Velasco. Parecía un grupo con visión de largo plazo, pero sus movimientos comenzaron a levantar sospechas en el corazón del poder.
Uno de los puntos de quiebre fue la remoción de Cuauhtémoc Ochoa. No solo por los señalamientos de corrupción y omisiones patrimoniales, sino por el costo político de las reformas al Infonavit que impulsó y que terminaron afectando a miles de familias. Su ambición por gobernar Hidalgo lo puso en ruta de colisión directa con el actual mandatario, Julio Menchaca, con quien mantiene una relación abiertamente hostil.
Morena no solo se juega la sucesión presidencial en 2030, también se define qué tipo de estructura interna sobrevivirá después del sexenio. El caso Adán Augusto y su buró es la advertencia.
RPO
