Educación básica: retos y perspectivas

Educación básica: retos y perspectivas

El próximo 16 de julio poco más de 24 millones de alumnos y 1.2 millones de docentes de escuelas públicas y particulares de preescolar, primaria y secundaria concluyen formalmente el ciclo escolar 2023-2024.

A pesar de los avances registrados, la educación básica aún enfrenta retos considerables para que todas las niñas, niños y adolescentes puedan ingresar a la escuela, permanezcan en ella y tengan un aprendizaje de excelencia.

La recuperación de aprendizajes, sin duda, es uno de los grandes desafíos para el próximo gobierno. Cabe destacar que los resultados de la última evaluación del Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés), reveló que el desempeño de los jóvenes mexicanos cayó 14 puntos en matemáticas, 9 en ciencia y 5 en compresión lectora, con respecto a 2018.

Un dato alarmante es que dos de cada tres estudiantes no pueden realizar operaciones simples de matemáticas y cerca de la mitad no alcanzan el nivel mínimo de aprendizaje en ciencias y lectura.

El abandono escolar es otro problema que ha acaparado la atención en la agenda pública. Basta apuntar que solo 8 de cada 10 estudiantes que ingresan a primer grado de primaria logran egresar de la secundaria. Sin embargo, es una proporción que varía en las entidades federativas y, por su puesto, entre modalidades. Por ejemplo, Oaxaca, Colima y Chihuahua fueron los estados que observaron las mayores tasas de abandono escolar en la educación secundaria durante el ciclo escolar 2021-2022. Además, hay que recordar que tras la pandemia de Covid-19, el INEGI estimó que alrededor de 1.3 millones de estudiantes abandonaron la primaria y secundaria en México.

Aún no logramos recuperar la tasa de escolarización que teníamos previo a la pandemia. Para muestra un dato. En el ciclo escolar 2022-2023 la matrícula en educación básica fue de 23 millones 891 mil 831, esta cifra representó una reducción de 4.4% con respecto al ciclo escolar 2019-2020, cuando 25 millones 004 mil 004 alumnos estaban matriculados en este nivel educativo. En valores absolutos, la caída de la matrícula fue de 399 mil 689 estudiantes en preescolar; 516 mil 352 en primaria, y 196 mil 132 en secundaria.

En la medida que las niñas, niños y adolescentes trunquen su educación básica, el número de adultos en situación de rezago educativo continuará siendo alto. No podemos perder de vista que al cierre de 2023 el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA), reportó que en el país había 27.5 millones de personas de 15 años y más en situación de rezago educativo. Esto significa que uno de cada 5 mexicanas y mexicanos no logró terminar la primaria o la secundaria.

La profundización del rezago educativo no solo limita el desarrollo de México, también alimenta la pobreza e inhibe el crecimiento personal. Sin duda, un tema de la mayor trascendencia porque si no tomamos en serio este problema, nos podría llevar más de 100 años en abatirlo, de acuerdo con la organización México Social.

La infraestructura no es un tema menor, la disponibilidad de servicios como electricidad, agua potable, aulas dignas y sanitarios no solo es una necesidad básica, también constituye un pilar fundamental para garantizar el aprovechamiento óptimo de los estudiantes. Si bien, a lo largo de los últimos años se han hecho grandes esfuerzos para mejorar las instalaciones escolares, lo cierto es que todavía el 17% de las escuelas de educación básica no cuentan con electricidad y el 36% no disponen de agua potable.

En un mundo interconectado las computadoras y el internet son imprescindibles para el desarrollo eficaz de los aprendizajes, sin embargo, sólo el 45% de los planteles de preescolar, primaria y secundaria cuentan con computadoras para fines educativos y únicamente el 30% tiene conexión a la red.

La educación es un pilar fundamental para el progreso personal y colectivo. Hoy, más que nunca, se ha constituido en una de las principales herramientas para combatir la desigualdad y garantizar un mejor futuro para el país. Sin embargo, ahora no solo tenemos que dar respuesta a los problemas estructurales que caracterizan a nuestro sistema educativo en materia de cobertura, permanencia, infraestructura, fortalecimiento docente, inversión y calidad educativa, si no también movilizar esfuerzos y recursos para sentar las bases de una educación inmersa en la globalización, el conocimiento y la revolución tecnológica.

rmr

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