Dumas, segunda parte

Dumas, segunda parte
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Un dato, entre muchos, que puede dar a entender el triunfo en las letras de Alejandro Dumas Labouret, es que en occidente los diarios, revistas y periódicos del siglo XIX -no menos ahora- lo citaron de manera constante asociando a su nombre palabras como el “famoso” “destacado” “celebérrimo” “celebre”

En la plenitud de la victoria en vida, el dinero lo tuvo a manos llenas y constante, al grado que se hizo un castillo, ofrecía comidas/cenas suntuosas y mantuvo muchas relaciones amorosas, gastó dinero. El despilfarro lo llevó a una situación económica precaria al final de su vida, mientras que su opositor Maquet -más cauto en el manejo de sus recursos- vivió con tranquilidad económica.

En medio de ese trajín, Dumas Labouret se vinculó fuera de matrimonio con María Catherine Labay, una vecina costurera de pocos antecedentes conocidos y de cuya relación se procreó a Alejandro Dumas Labay, sin que, al parecer, la madre guardara una buena relación con Dumas hijo –a quien ella no reconoció como tal de forma inmediata, como tampoco lo hizo al padre- y tal vez por ello, Alejandro hijo omitió el apellido materno en su nombre y solo usó Dumas.

El 5 de diciembre de 1870, Alejandro Dumas Labouret falleció a la edad de 68 años en Puys, y fue inhumado al final del mes en Neuville, Francia, rodeado por familiares y artistas, habiendo pronunciado palabras muy sentidas Montiny y Masson. Dumas hijo, pese a que llevó una relación distante, sufrió la muerte de su padre.

El deceso de Dumas Labouret no fue lo difundido que se esperaría por su estatura literaria, pero esto obedeció a que estaba en curso la guerra Franco-Prusiana que acaparaba la atención y las notas de los medios escritos.

Dumas hereda una gran obra y de ella resuenan frases hermosas, como aquella en voz de D’Artagnan en “Los tres mosqueteros”: “…todos para uno y uno para todos, esa es nuestra divisa…” que refiere al valor de la solidaridad y más allá de la individualidad y el egoísmo.

(Como una anécdota, hay que contar que la célebre obra de “Los tres mosqueteros” tiene la inexactitud de hablar de tres mosqueteros en su título, cuando son cuatro, por una razón que el mismo Dumas Labouret explicó: “…primitivamente, la obra, escrita para ‘Le Siecle’, en cuyos folletines vio la luz, se llamaba Athos, Porthos y Aramis, pero el director del periódico, Louis Desnoyers, me escribió diciéndome que los lectores iban a creer que se trataba de las tres parcas, y que por lo tanto había cambiado aquellos nombres por el título de “Los tres mosqueteros”. Será una más entre tantas tonterías como has hecho en tu vida, le contesté, porque los tres mosqueteros son cuatro. Mi respuesta llegó tarde: cuando ya se había publicado el primer capítulo de la novela”. Periódico “La época” de Madrid, de 29 de abril de 1870, p. 4)

Alejandro Dumas hijo, fue también un escritor laureado y famoso, casi al grado que el padre Dumas Labouret y como él llevó diversas relaciones personales.

Su obra más celebrada es “La dama de las camelias” que tuvo como musa inspiradora en la vida real a María Duplessis, una cortesana (ella o una persona homónima es nombrada en un diario español en 1866, como parte del género Vaudeville) con la cual tuvo relación Dumas, fue publicada por primera vez en 1847.

La novela cuenta como protagonista a Margarita Gautier, cortesana con múltiples relaciones, y Armando Duval, de familia acomodada. Ambos se enamoran, pero al ver Margarita que la relación causaría daño social a Armando, por el gran amor que le tiene, lleva la relación a término y continúa con su vida “fácil”. Armando, decepcionado, se separa sin saber que ella ha actuado en bien de él y cuando sabe la verdad la busca, pero a destiempo, pues ella muere de tuberculosis.

En la novela, Margarita al final expresa: “Pase lo que pase, yo lo quería de verdad, Armando, y habría muerto ya hace mucho tiempo si no me asistiera el recuerdo de ese amor y una especie de vaga esperanza de volver a verlo a mi lado.”

En el antepenúltimo párrafo dice la obra de Dumas hijo: “No saco de este relato la conclusión de que todas las chicas como Margarita son capaces de hacer lo que ella hizo, ni mucho menos; pero tuve conocimiento de que una de ellas había experimentado en su vida un amor serio, por el que sufrió y por el que murió, y he contado al lector lo que sabía. Era un deber.”

Dumas hijo, apela así a la realidad, a un realismo que se distanció del romanticismo que profesó su padre, como también se distanció en vida de él, aunque ambos fueran escritores y de la misma sangre.

La enfermedad y el fallecimiento de Dumas hijo fue cubierto con más amplitud que el de su padre por la prensa, pues dio cuenta de que tenía un tumor en el cerebro, que recaía y que a veces mejoraba, pero con pronóstico a tal grado grave que se decía “Si se salva el cuerpo, se habrá perdido la inteligencia”

El Diario “Español” de 28 de noviembre de 1895, en su primera página, anotó: “Un despacho de Marly anuncia que Alejandro Dumas ha fallecido (el día de ayer) … Se ha abierto el testamento del célebre escritor. Recomienda que se le entierre con el traje usual de trabajo, sin honores militares y prescindiendo de discursos.”

mrh

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