Constitución de Apatzingán
El pasado 22 de octubre se conmemoró un aniversario más de la promulgación del Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, conocido como Constitución de Apatzingán.
Este documento es de enorme importancia dentro del constitucionalismo mexicano; derivó de los Sentimientos de la Nación elaborados por José María Morelos en plena lucha por la Independencia. En él plasmó los principios que deberían regir para la constitución de una nueva nación, una vez lograda la independencia de la Corona Española.
Es así como, a través de la instalación de un Congreso Constituyente en Apatzingán, se aprobó este decreto con el propósito de sentar las bases para la nueva nación —que habría de ser México—, estableciendo la división de poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial, y reconociendo que la soberanía reside en el pueblo. Es decir, el pueblo es quien toma las decisiones, a través de la representación política, para poder decidir su forma de gobierno.
Además, este documento resulta fundamental porque en él se plasma que el fin último de todo gobierno es buscar la felicidad de la población. Es decir, el gobierno debe trabajar por la paz, la seguridad, la atención a las necesidades, la infraestructura y todo aquello que permita alcanzar una felicidad plena de las y los ciudadanos.
Finalmente, aunque no llegó a entrar en vigor debido a que continuaba la guerra de Independencia, este documento fue retomado como base para las constituciones posteriores que han dado forma a nuestra nación mexicana. La Constitución de Apatzingán es, sin duda, un documento histórico que vale la pena releer y recordar.
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