Amor en tiempo de violencia
Vista panorámica
Para cambiar este mundo horrible, insoportable, inaceptable hay que cumplir la ley de Cristo, su más alta exigencia se formula en el Sermón de la Montaña: “amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los aborrecen… Oren por quien los calumnian”.
La guerra contra el Narco y todas las formas de confrontación y sangre derramada, de muerte no se gana con los cuernos de chivo, las armas y la violencia sino con la ley del amor. El amor lo vence todo.
Detrás de los aranceles con que amenaza Trump, detrás de las represalias contra todo el movimiento para combatir el narco del fentanilo y todas las drogas está el odio y la sed de destrucción, está el egoísmo, la soberbia y las bajas pasiones. Aparece el hombre Bestia, infectado de pecado y de muerte. El Mayo Zambada, el más poderoso jefe narco y quiere ser repatriado a México. Objetan que es un criminal… ¿Y la política de abrazos y no balazos?.
Hay una actitud de condescendencia con los narcos que no se explica, hay impunidad que los Estados Unidos han señalado y condenado.
Los protagonistas de la vida social están en lucha, dardos y drones cruzan el cielo para atacar al enemigo, vencerlo y hacerse dueño de la situación, ganar la pelea. No pierden la ocasión de descalificar al enemigo blandiendo hasta los resultados de una encuesta que publica un diario.
Los choques entre grupos aparecen todos los días entre las bandas de distintos cárteles y sus incontables seguidores. La violencia se ha multiplicado, golpea en las colonias céntricas, a la luz del día, se meten a asesinar a las casas con total descaro. La gente lo oye y siente un grave peligro.
Si no nos han ejecutado es cuestión de suerte que no tuvieron los caídos. Sabemos que estamos expuestos a todo, en el más total desamparo.
La luz de lo alto
La más alta expresión, la más exigente de la ley es el mandamiento de Cristo: amen a sus enemigos, hagan el bien a quienes los persiguen y calumnian. Y los otros mandamientos del Sermón de la Montaña.
La violencia, la corrupción en todos los crímenes son expresión del odio y sed de destrucción que vienen de Satanás, la competencia que quiere tomar toda la plaza en lugar de Dios. Es el Poder de las Tinieblas. Es la Bestia del apocalipsis desatada y que aplasta a los inocentes, en la batalla campal a la que asistimos. Es la lucha entre el bien y el mal, entre Dios y Satán.
Los malvados están organizados, son incontables, tienen mucho dinero de las drogas, las extorsiones, la trata de migrantes.
Desaparecen y enrolan a los jovencitos los seducen con mucho dinero: camionetas, viajes de droga y una situación de riqueza y prestigio social, aunque abocada a la muerte sangrienta y cruel en muy poco tiempo. En el narco la vida es sumamente breve y deja un gran vacío y luto en las mamás, las familias, pueblos y colonias. A una amiga le mataron a su hijo…
¿Qué debemos hacer para enfrentar las fuerzas del mal, arrebatarles nuestras niñas y jóvenes? Hay que rescatar a nuestros jovencitos, adolescentes de las organizaciones satánicas del comercio de drogas y los crímenes.
Hay que atender a las mamás, al resto de la familia, hay que recogerlos, arrebatarlos de las tinieblas mortales.
Aunque no sean hijos de sangre hay que ver todo para recuperarlos, desintoxicarlos y volverlos a la dignidad y alegría de vivir. No sólo los hermanos de sangre, hay que buscar a cuantos se encuentran en riesgo o en desgracia.
La sabiduría viene de Dios, también la energía para renovar la vida de los chicos y la dignidad de la sociedad.
Los consejos de Jesucristo, Dios encarnado en nuestra historia de búsqueda y de lucha son tan directos y sencillos, parecen absurdos y vanos para los diabólicos pero tienen una energía atómica, un poder divino para alcanzar a chicos y chicas y transformarlos en las criaturas nuevas que el Padre Dios diseñó y puso sobre la tierra.
La enseñanza de Jesucristo aparece tan sencilla, pobre, sin chiste pero tiene la fuerza de la semilla de mostaza, una energía atómica y divina para transformar y alcanzar metas que parecen inalcanzables.
Hay que hacer ser, vida y milagro las palabras de Lucas que proclamamos el domingo pasado en el Evangelio de la misa:
“ Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los aborrece bendigan a quienes los maldicen y oren por quien les los difaman… Si aman sólo a los que los aman, ¿qué chiste tiene? Lo mismo hacen los pecadores… Ustedes… Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar recompensa”
(San Lucas 6, 27ss)
Esto que parece inalcanzable para los hombres pecadores, es perfectamente realizable apoyándose en Cristo, “Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso”.
AML