2024. El Congreso de la Unión, importante

2024. El Congreso de la Unión, importante

Por las atribuciones que competen a las cámaras de manera exclusiva, o bien, por las que les corresponden de manera conjunta (engloban: aprobar egresos, ingresos, nombramientos de altos funcionarios, tratados, leyes fundamentales y secundarias, entre muchas otras), la forma de integración del Congreso de la Unión es muy importante para que el (la) próximo (a) presidente (a) de la república pueda gobernar y cómo lo ha de hacer.

Bajo la premisa más probable de que la persona que triunfe en los comicios de 2024 tenga su origen en Morena y aliados, los escenarios de composición de las cámaras del Congreso de la Unión son diversos, pero se pueden reducir a tres simples: el primero, en el cual Morena y aliados logren formar una mayoría de dos tercios o más de legisladores, en cada una de las cámaras; el segundo, sería que Morena y aliados logren formar una mayoría de más de la mitad pero menos de los dos tercios de legisladores, en cada una de las cámaras; y el tercer escenario sería que Morena y aliados no logren formar una mayoría de más de la mitad de los legisladores, en cada una de las cámaras (hay otras variantes, pero su derrotero se desprendería de las tres dichas).

En el primer escenario, el gobierno de la próxima administración estaría prácticamente garantizado en sus primeros tres años, porque contaría con las mayorías parlamentarias necesarias para aprobar prácticamente todos sus asuntos (egresos, ingresos, leyes secundarias, modificaciones constitucionales, nombramientos, remociones, tratados, entre muchos otros).

En el segundo escenario, el gobierno de la próxima administración estaría prácticamente garantizado en sus puntos fundamentales en sus primeros tres años, porque contaría con las mayorías parlamentarias necesarias para aprobar asuntos de ese tipo –básicos- (egresos, ingresos, leyes secundarias) pero estaría obligado a negociar y acordar con la oposición, especialmente dos rubros: nombramientos de altos servidores públicos y modificaciones constitucionales.

En este segundo escenario es evidente que los obstáculos de la oposición serían recurrentes y afectarían el ejercicio de gobierno, especialmente de cara a cambios de fondo que muy probablemente no se darían, sino a cuenta gotas.

En el tercer escenario, que parece el menos probable, el gobierno de la próxima administración estaría prácticamente sometido a la oposición en sus primeros tres años, porque no contaría con las mayorías parlamentarias necesarias para aprobar ninguno de sus asuntos (egresos, ingresos, leyes secundarias, modificaciones constitucionales, nombramientos, remociones, tratados, entre muchos otros).

El desgaste de la próxima administración, en este tercer escenario sería mayúsculo y la gobernabilidad sería previsiblemente baja; de hecho, en un escenario así, el morenismo estaría administrado su declive.

En opinión de quien escribe, los escenarios más probables oscilan entre el primero y el segundo, por lo que es previsible que la próxima administración tenga gobernabilidad, mayor o menor, pero tendría una gobernabilidad aceptable.

Es evidente que a la próxima administración convendría tener legisladores –propios y de aliados- que garanticen votaciones calificadas, para no solo gobernar, sino continuar, profundizar u acometer cambios de fondo y para ejercer la propia administración.

La gran duda es qué tan probable es que se logren los escaños necesarios para tener las mayorías calificadas necesarias para continuar o emprender esos cambios, que no pueden confiarse al apoyo de los programas sociales, ni a la figura del presidente de la república, o a si se gana el Estado de México, sino que se requiere del trabajo de campo del partido Morena, de los (a) probables candidatos (as), partidarios, simpatizantes y de los aliados en el mismo sentido, porque la figura de AMLO no podrá ser la misma que en 2018.

Y parece que es en esta área en donde está la duda (en el trabajo del partido Morena, personas probables candidatas, sus estructuras y lo correspondiente de los aliados) porque ese trabajo debió comenzar hace años y no se puede palpar ahora; de modo que, si apenas hace poco ese trabajo comenzó, el resultado no se puede proyectar con seguridad en ningún sentido.

Otro factor clave que incidirá sobre la conformación de las cámaras, es quién será el (la) candidato (a) a la Presidencia de la República de Morena, porque no parece que sea lo mismo una persona que otra, ya por el “arrastre” que puedan tener, ya por la habilidad de construir alianzas y aglutinar grupos de interés externos e internos, ya por la proyección imaginaria de su gobierno (mayor o menor impulso al proyecto transformador), ya por su incidencia en la asignación de candidaturas para el Congreso de la Unión, ya por la conformación de sus equipos de campaña, transición y gobierno, entre otros.

Al final, lo que parece queda claro es que quien gobierne al país en el próximo sexenio, hoy, no tiene garantía de contar con las mayorías parlamentarias calificadas que le permitan gestionar con soltura temas de fondo para el país. Hay que trabajar.

La oposición, entiende lo dicho, pero la duda y los razonamientos expresados son similares para ellos, pues de igual modo no tienen garantía sobre una conformación determinada de las cámaras del Congreso de la Unión y, por ende, de su papel futuro. También necesitan trabajar.

Al final, lo principal es que cualquiera que sea la conformación, se entienda, comprenda y actúe a favor de las personas, valorando que nuestro México no es monocromático, sino plural y diverso. Que sea para bien.

RYE

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