Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- En Morelia existe un refugio donde la esperanza sigue viva, incluso para quienes parecían haberlo perdido todo. El Hogar del Cristo Abandonado no es solo un asilo; es un santuario donde los adultos mayores reciben algo más que cuidados básicos: aquí se les devuelve la dignidad, el amor y la alegría de vivir.
El origen del Hogar del Cristo Abandonado
Fundado hace poco más de 35 años e inaugurado por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, este hogar comenzó como un espacio para indigentes. Con el tiempo, evolucionó para centrarse en quienes más lo necesitan: adultos mayores olvidados por el tiempo y, en algunos casos, por sus propias familias. Actualmente, 43 residentes encuentran en este lugar un abrazo lleno de calidez y humanidad.
Cada rostro en el Hogar del Cristo Abandonado guarda una historia única.
Don Joaquín, de 100 años, es un ejemplo de fortaleza. Aunque es sordo y mudo, su sonrisa constante y su esfuerzo diario por vestirse solo demuestran que la autonomía también puede ser un acto de orgullo.
Diego, un hombre invidente originario de Venezuela, cantaba en su juventud en los portales de Morelia. Aunque ahora lo hace con dificultad, narra emocionado sus recuerdos de cuando la gente subía sus canciones a YouTube.
Vicente, quien encontró refugio en el hogar tras las dificultades económicas de su familia, expresó:
“Aquí me siento en casa. Ya no puedo trabajar, pero aquí me cuidan y me escuchan. Eso vale más que todo.”
Una de las historias más impactantes es la de Felipe, un poeta que, tras resistirse a un asalto, recibió cuatro balazos en el cráneo y uno en la nuca que lo dejó en un estado complejo de movilidad. Sin familia que lo cuide, ahora recita poemas personalizados a los visitantes, mostrando que su creatividad sigue viva a pesar de las adversidades.
Más que supervivencia: una vida plena
La vida en El Hogar del Cristo Abandonado no se limita a la supervivencia; también incluye momentos de felicidad y realización. Los abuelitos disfrutan de actividades como clases de zumba, fisioterapia, salidas al cine y hasta viajes a la playa. Para muchos, tocar el mar por primera vez fue un sueño hecho realidad, una experiencia que les recordó que nunca es tarde para vivir.
Sin embargo, detrás de estas historias de resiliencia y ternura, hay una realidad difícil. La pandemia dejó una profunda huella, y los donativos, que son el corazón de este hogar, han disminuido drásticamente. Las necesidades son inmensas: medicamentos, productos de limpieza, ropa adecuada y particularmente pañales. Cada residente utiliza entre 4 y 5 pañales al día, en el mejor de los casos, lo que representa más de 5 mil unidades al mes, una cifra que casi siempre es inalcanzable, de no ser por el apoyo de la comunidad.
A pesar de los desafíos, el personal del hogar no se rinde. Cada pequeña victoria, como la instalación de un elevador que permite atender a más personas, es un paso hacia adelante, pues ahora se puede tener abuelitos tanto abajo, como en la planta alta.
Un llamado a la solidaridad
Pero el hogar necesita más ayuda. Este lugar no solo cuida cuerpos, sino también almas. Es un lugar donde los abuelitos, muchos de ellos con historias de dolor y abandono, encuentran consuelo y amor. Armando, otro residente, resume el espíritu del lugar con una frase que conmueve: “Jóvenes, abracen a sus padres, denles las gracias. Aquí aprendemos que la vida no siempre es justa, pero nunca es tarde para valorar lo que tenemos.”
El Hogar del Cristo Abandonado es mucho más que un espacio físico; asegura su subdirectora y trabajadora social, Beatriz Porras, es la última oportunidad de muchas personas en situación de vulnerabilidad. Hoy, más que nunca, necesitan de nosotros. Cada pañal, cada medicamento, cada pequeño gesto cuenta. Porque cuidar de ellos es cuidar de nosotros mismos.
¿Cómo ayudar?
Si deseas apoyar, acércate y sé parte de esta familia, o bien, sé parte de la colecta de MIMORELIA.COM con la que estaremos recaudando artículos que pudieran ayudar a la continuidad de este lugar que ha permitido ofrecer dignidad a la vejez de cientos de personas, recordando que donar no solo es dar algo material; es regalar esperanza y amor a quienes más lo necesitan.
rmr