Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- María de Jesús Vázquez Silva, es una de las cien personas que resultaron heridas luego de un atentado terrorista con granadas de fragmentación, sucedido en 2008, durante la ceremonia del Grito de Independencia.
Durante cuatro años vivió un tormento, por las esquirlas fue intervenida quirúrgicamente en 30 ocasiones, las esquirlas le provocaron además de dolores indecibles, infecciones y cáncer, por lo que el médico decidió amputarle la extremidad, hasta arriba de su rodilla.
Ahora, después de ser una persona productiva, "muy luchona", dice ella, pues se dedicaba a la enfermería, actualmente depende en todo de su esposo y está postrada en una silla de ruedas, ha tenido prótesis, pero su piel que quedó extremadamente sensible, no la soporta.
Marichuy no sabe qué le duele más, haber perdido su pierna o la lesión que le fue provocada a su hijo Omar Bernardo Navarrete, quien tras la estampida que se suscitó en el atentado quedó lesionado de por vida, en aquel entonces tenía 14 años, "se había ido y regresó por una sombrilla, estaba agachado cuando fue la explosión, las personas lo pisaron, su hueso sacro quedó astillado, no puede trabajar".
A él le dieron un proyecto para un carrito de "hot dogs" pero "no hay gente que compre", mientras recordó que el gobierno estatal "nos dio una casita en La Aldea dos, él vivía conmigo, pero se siente muy aislado porque tenemos que atravesar terracería, lodo y piedra, no hay calle, a veces se viene con nosotros pero se le lastima su columna".
María de Jesús dice que seguirá un procedimiento para ser atendida por la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas federal. Ella es una de las personas que recibe una pensión por parte del gobierno estatal, pero su hijo no, porque no fue considerado entre las víctimas, pues su daño no fue provocado directamente por las granadas, pero su vida, sí cambió radicalmente, lamenta.
Por: Fátima Miranda/E