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De la imaginación al celular: la infancia que cambió pero no dejó de jugar

Aholibama Andrade

Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- A través de los años, los juguetes han sido más que simples artefactos para entretener a las y los niños, pues en muchas ocasiones los juguetes han marcado generaciones enteras con momentos de alegría y diversión.

Aunque los materiales, las formas y la tecnología han cambiado —pasando de trompos, muñecas de trapo y carritos de madera a videojuegos y aplicaciones digitales—, la esencia de los juguetes permanece: ofrecer a las niñas y los niños un espacio para imaginar y construir su propio mundo y sus propias reglas a través del juego.

Es por eso que, en el marco del Día de la Niñez, es relevante mencionar que los juguetes continúan siendo una puerta abierta a la imaginación y un medio indispensable para el desarrollo de las infancias.

“Nosotros hacíamos los juguetes…”

Trompos, yoyos y canicas fueron algunos de los juguetes tradicionales que marcaron la infancia de muchos adultos mayores. Sin embargo, no siempre era posible acceder a ellos, particularmente cuando los recursos eran escasos.

Ante esta realidad, la imaginación y creatividad adquirían un papel primordial en los hogares con carencias, pues con latas de sardinas, hojas de elote, trozos de madera o plantas del entorno, los niños fabricaban sus propios juguetes, dándoles vida y convirtiéndolos en tesoros únicos.

Al respecto, la señora Juventina Nicolás, de 83 años de edad —originaria de Oaxaca, pero con más de 50 años viviendo en Michoacán—, comentó en entrevista para MIMORELIA.COM que a ella siempre le llamaron la atención las muñecas. No obstante, debido a que su familia apenas contaba con recursos para comprar “más que lo necesario”, ella y sus hermanas se las ingeniaban para tener sus propias muñecas.

Relató que cuando era niña, su papá sembraba elotes y, en el momento en que la mazorca de maíz estaba tierna, aparecía el “jilote", también conocido como barba o pelo de elote.

“Imagínate, en el tiempo de elotes los que ya estaban buenos tenían sus cabellitos que les colgaban, entonces con mis hermanas decíamos que esas eran las muñecas. A veces les amarraba un listón o una tela y decíamos que esa era la cabeza de la muñeca. Así jugábamos, las agarrábamos, las envolvíamos en una cobija y esas eran nuestras muñecas o nuestros bebés”, recordó la señora Juve.

En este tenor, comentó que ha notado un cambio entre los juguetes de su época y los que hoy utilizan sus nietos. “Ahora pues ya hay muchos juguetes de muchos precios, yo me imagino que ya puede ser más fácil que la gente los compre. Antes, a lo mejor, no había tantos juguetes como ahora y la gente era más pobre. También yo veo que mis nietos juegan diferente, usan el celular o esas cosas donde ya traen los juegos (...)”, concluyó.

Por otra parte, Josué López, de 79 años, compartió a este medio de comunicación que pasó la mayor parte de su infancia en Santiago Undameo —una de las tenencias de Morelia— y recordó que en aquellos años no todas las familias podían costear un carrito o unas canicas nuevas.

Por ello, precisó que la imaginación y creatividad eran fundamentales a la hora de jugar, ya que los niños se las ingeniaban para que los materiales a su alcance sirvieran como la materia prima para fabricar sus propios juguetes.

“Nosotros hacíamos nuestros carritos, los hacíamos de órgano, que es un cactus largo, y cómo dolía la espinada… También, hacía tráileres con las latas de las sardinas, de esas que eran ovaladas y grandes. A esas les hacía agujeros y las unía con hilos; hacía una hilera de 10 o 15 (...)”, compartió el señor López.

Asimismo, recordó que él y sus amigos sí tenían trompos, pero cuando la cuerda se desgastaba, debían recurrir a otros materiales para reponerla. En cuanto a las canicas, indicó que, en muchas ocasiones, lo que hacían era buscar piedras que tuvieran la forma y tamaño adecuados para jugar a la matatena.

Para finalizar, el señor Josué indicó que, desde su perspectiva, la tecnología ofrece muchas herramientas a las niñas y niños de ahora, quienes mediante celulares o computadoras pueden acceder a información de todo tipo. No obstante, advirtió que con el uso constante de estos dispositivos “tal vez se ha perdido un poco la creatividad de la que te hablo (...)”.

Los juguetes que resisten en el tiempo

A pesar del avance de la tecnología y los cambios en las dinámicas de juego, en Morelia y otros municipios de Michoacán todavía resiste un oficio lleno de historia y tradición: la fabricación de juguetes de madera.

Artesanos continúan utilizando el torno para fabricar trompos, yoyos y baleros, manteniendo vivo un arte que ha pasado de generación en generación. Sin embargo, la llegada de nuevas formas de entretenimiento ha provocado que la demanda de estos juguetes disminuya de manera significativa, detalló Alberto Madrigal, artesano local de juguetes tradicionales.

Ante este panorama, Alberto comentó que ha encontrado nuevas formas de reinventarse para seguir trabajando y, a la par, no dejar morir esta tradición.

“Recordando a mi abuelo, quien fue el que inició en la creación de juguetes, yo recuerdo que en ese tiempo se comercializaba mucho más el juguete de madera tradicional. Pero todo cambia, con la tecnología a los niños ya no les interesa tanto jugar con un trompo o un yoyo, y menos si es de madera (...)”, puntualizó.

Aunado a ello, indicó que ha apostado por darle un valor agregado a sus creaciones, convirtiéndolas en piezas únicas que ya no sólo son juguetes, sino también objetos de colección y recuerdos marcados por la nostalgia para los llamados "niños grandes": adultos que buscan rememorar su infancia a través de un trompo de madera, un balero o un yoyo hecho con detalle y dedicación.

“Yo me he visto en la necesidad de darle la vuelta; en lo personal utilizo maderas finas, los personalizo y agrego detalles específicos. Entonces, el principal mercado que yo tengo no son los niños, porque la verdad en ese sector es difícil vender un juguete”, indicó Madrigal, quien precisó que, aunque se enfoca en otro sector, mantiene la misma base y línea para preservar la fabricación de los juguetes tradicionales.

Para concluir, el artesano comentó que, desde su punto de vista, los juguetes tradicionales tienen un valor cultural sumamente importante para el país y para la memoria colectiva de la población. Por ello, hizo un llamado a los padres de familia para fomentar el uso de este tipo de juguetes con sus hijos e hijas, y exhortó a las infancias a darse la oportunidad de experimentar con los juguetes que marcaron la infancia de sus padres o abuelos.

Dinámica de juego marcada por la pandemia de covid-19

Actualmente, para muchos niños y niñas, los celulares, tabletas y computadoras se han convertido en sus principales vías de entretenimiento. De hecho, los juegos digitales ganaron aún más popularidad durante el confinamiento por la pandemia por covid-19, ya que pasaron a formar parte de su día a día, ofreciéndoles mundos virtuales para divertirse y socializar a distancia.

Sin embargo, la tecnología no ha desplazado por completo al juego convencional. A pesar de la presencia constante de las pantallas, hay momentos —especialmente en los recreos o cuando se termina la batería de los dispositivos— en los que el juego y la interacción física perduran, con partidos de fútbol o jugando a “las traes”.

Al respecto, Iker, un niño de 10 años, comentó a este medio de comunicación que lo que más disfruta jugar es Minecraft y Roblox, e indicó que juega con sus amigos o con su hermano Darío, quien tiene 7 años.

“Yo creo que en la cuarentena es cuando empecé a usar más el celular, porque como no conocía a mis compañeros, en el chat de la videollamada nos pasábamos los nombres de los usuarios y así es como pude hacer amigos. Nos poníamos a jugar Roblox y ya cuando se pudo ir a las clases fue cuando nos conocimos y ahí en la escuela ya pudimos jugar fútbol o a las traes”, comentó.

No obstante, señaló que, a pesar de que le gustan este tipo de juegos virtuales, sigue utilizando algunos de sus juguetes, como trompos de plástico y balones, e incluso destacó que le llama la atención el ajedrez.

Por su parte, Darío compartió que durante la cuarentena no se aburría tanto porque podía jugar con su hermano, y actualmente, cuando la batería de su celular se acaba, usa sus juguetes: “Yo tengo mi Spiderman que siempre me ha gustado mucho, también me gustan los Playmobil y jugar con las Nerf (...)”, compartió.

En este mismo sentido, Paola, una niña de 11 años, destacó que entre los juguetes que en este momento le gustan más están las Mini Brands, cápsulas que albergan juguetes sorpresa en versión miniatura que asemejan productos de supermercado, como alimentos, artículos de jardinería y más. Aunado a esto, compartió que en el rubro de los juegos digitales le gusta Roblox, el cual mencionó que empezó a usar desde la pandemia por covid-19.

Para finalizar, Ari, una adolescente de 15 años, indicó que ya no usa tanto sus juguetes, pero recuerda que de pequeña le gustaba mucho jugar con sus Barbies. Aunado a la parte de juegos digitales, explicó que ella también empezó a usar plataformas como Roblox para jugar desde la pandemia, ya que, al no poder salir de casa ni ver físicamente a sus amigos, era la única forma en la que podía interactuar.

“En la pandemia creo que yo tenía como 10 años, y siento que sí dejé de usar mis juguetes, porque pues me aburría solita, entonces con mis amigos nos conectábamos en Roblox y así era como jugábamos (...)”, indicó Ari, quien agregó que, con supervisión, también usaba Discord, plataforma en la que pudo entablar amistad con niños de otros estados como San Luis Potosí y Sinaloa, e incluso de otros países como Perú y Argentina.

La importancia del juego en el desarrollo de las infancias

Más allá de las nuevas formas de entretenimiento para las y los niños, hay algo que es una constante: la importancia del juego en el desarrollo social y cognitivo de las infancias.

Para entender mejor el papel esencial del juego, Itzel Cazorla, psicoterapeuta infantil, detalló para este medio de comunicación que a través del juego las y los niños no sólo se divierten, sino que también aprenden a resolver problemas, a expresar emociones y a construir relaciones que ayudan a moldear las bases para forjar su identidad.

En este tenor, la psicoterapeuta explicó que durante la infancia la percepción está más desarrollada en comparación con el raciocinio, por lo que el juego actúa como un canal natural para que los niños comprendan su entorno. Asimismo, a través del juego, además de liberar emociones y endorfinas, los niños también regulan la ansiedad y fortalecen la creatividad —explicó—.

Sin embargo, a raíz de la pandemia por covid-19, Cazorla observó un cambio significativo en la dinámica del juego de sus pacientes: “Se empezaron a prohibir los juegos de contacto o pedían limpiar todo constantemente. Y no siempre había quien conviviera con los pequeños, ahí fue donde se empezaron a usar más los juegos digitales”.

Esta interrupción —mencionó— fue un detonante que provocó rezagos en el desarrollo social, emocional y sensorial de las infancias, quienes comenzaron a presentar síntomas de ansiedad a edades más tempranas; y que, después del confinamiento, en diversos casos se les dificultó retomar la convivencia con personas externas a su núcleo.

Para finalizar, Itzel Cazorla externó que jugar no sólo forma vínculos y enseña a resolver conflictos, sino que también fortalece el cuerpo, la mente y la salud emocional. Por ende, precisó que, desde su perspectiva, “el juego es como el agua para los niños: indispensable”; y en cuanto al uso de los videojuegos, comentó que lo ideal es llegar a un balance entre dicha modalidad y las actividades con juguetes físicos.

rmr

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