Morelia, Michoacán (MiMorelia.com/Redacción).- Estudiantes de secundaria inician a beber alcohol a los 11.9 años de edad, promedio, y su bebida preferida es la cerveza, según refirió el 95 por ciento de los encuestados. También existe relación entre familias disfuncionales para el consumo dependiente y dañino, especialmente entre los de más edad, que aparte laboran.
Lo anterior es parte del estudio "Funcionalidad familiar y consumo de alcohol en adolescentes de secundaria", realizado por María Magdalena Alonso Castillo, Ángeles Yáñez Lozano y Nora Angélica Armendáriz García, de la Facultad de Enfermería de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), con 362 alumnos de dicho grado escolar en un municipio de aquella entidad, de entre 12 y 15 años de edad.
De los encuestados, su edad promedio es de 13.6 años; cuatro de cada 10, de segundo grado; 32.3 por ciento, de tercero, y 26.8 por ciento de primero. Mientras que 55.8 por ciento son mujeres, y apenas ocho por ciento además trabaja, en sus tiempos libres.
La mayoría, 61 por ciento registró un consumo sensato de alcohol, seguido por 22.6 por ciento con uno calificado dependiente y 16.4 por ciento, catalogado como dañino.
Otro dato de la investigación, publicada en la revista Health and Addictions/Salud y Drogas, revela que quienes sólo estudian reportan mayor consumo de alcohol sensato, con 64.9 por ciento, y en 35.3 por ciento de los que también trabajan.
Mientras el dependiente y el dañino, están en 21.6 y en 13.5 por ciento, en ese orden, de los solo estudiantes, pero incrementa 29.4 y 35.3 por ciento, respectivamente, entre quienes igual trabajan, lo cual se explica porque tienen un ingreso propio y socializan con personas de mayor edad.
En cuanto al consumo excesivo ocasional de alcohol (binge drinking), apenas 9.2 por ciento de los participantes, 6.2 por ciento en varones y el restante tres por ciento las féminas.
Los alumnos de 15 años de edad tuvieron proporciones más altas de dicho tipo de consumo, con el 18.5 por ciento, seguido de los de 14 años, un 3.7 por ciento. La misma tendencia se da en los que estudian y trabajan, pues 24.1 por ciento así lo indicó, en comparación a sólo 2.7 por ciento de los que su única actividad es estudiar.
Cerca de la cuarta parte del total reportó disfunción familiar, 18 por ciento la calificó como moderada y 5.8 por ciento severa, pero 76.2 por ciento afirmó que no vive esa situación, ante lo cual no existe relación entre el entorno de las familias y tomar bebidas embriagantes en dicho grupo poblacional.
Existe un vínculo significativo con el consumo de alcohol de forma dependiente, porque si bien a nivel general es de 22.6 por ciento, sube 10 puntos porcentuales en los entrevistados que perciben disfunción familiar moderada.
Igual con el consumo de alcohol dañino, donde 16.4 por ciento de todos registró este tipo, aunque se elevó casi el doble (32 por ciento) de entre quienes respondieron tener una familia disfuncional moderada.
Es decir, casi cuatro de cada 10 alumnos de secundaria de Nuevo León presentan riesgos a la hora de beber, y de ellos 64 por ciento ve problemas en sus respectivas familias, lo cual, apuntan las investigadoras de la UANL, no debería presentarse en estas edades.
Tales resultados confirman la tendencia de aumento en bebidas alcohólicas por parte de adolescentes, que evidencia la vulnerabilidad de éstos ante diversos factores en su etapa de desarrollo y relación familiar, lo cual podría agravarse y volverse dependientes en sus siguientes etapas de vida.
Concluyeron que los profesionales de Enfermería son clave para el desarrollo e implementación de intervenciones enfocadas a la familia con el objetivo aportar estrategias tendientes a coadyuvar en el funcionamiento familiar.