Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- La cama es uno de los espacios más íntimos y esenciales de la vida cotidiana. En ella pasamos cerca de un tercio de nuestra existencia, por lo que su higiene no es un tema menor: la frecuencia con la que cambiamos las sábanas puede marcar la diferencia entre un descanso reparador y problemas de salud.
De acuerdo con dermatólogos y microbiólogos, lo recomendable es cambiar las sábanas al menos una vez por semana. A los siete días, la acumulación de células muertas, humedad y fluidos corporales genera un entorno ideal para la proliferación de bacterias y ácaros del polvo, responsables de alergias, rinitis e incluso crisis asmáticas.
En climas cálidos y húmedos, o durante el verano, la sudoración incrementa y el lavado debe realizarse cada cinco días. Este hábito básico no solo protege la salud de la piel, también cuida las vías respiratorias y asegura un entorno más higiénico para dormir.
Dejar pasar dos o tres semanas sin cambiar la ropa de cama convierte al colchón en un verdadero ecosistema microbiano. Los ácaros se multiplican con rapidez y sus desechos son uno de los alérgenos más comunes. Además, el sudor y la grasa corporal pueden obstruir los poros, favoreciendo acné, irritaciones cutáneas y, en casos graves, infecciones por hongos o bacterias como el estafilococo.
Dormir sin ropa, lo que aumenta el contacto directo con la tela.
Tener mascotas que suben a la cama.
Padecer resfriados o infecciones cutáneas.
Sufrir alergias severas o transpiración excesiva durante la noche.
Especialistas sugieren evitar el uso de suavizantes, que reducen la transpirabilidad de la tela y pueden irritar la piel. En su lugar, optar por detergentes hipoalergénicos y asegurarse de secarlas completamente al sol o en secadora, evitando que quede humedad que favorezca el crecimiento de microorganismos.
RPO