Columnas

La palabra del Cardenal

Carlos Garfias

Nos preparamos para recibir a los Santos Reyes, es una tradición hermosa ver cómo los niños se ilusionan, y cómo todos somos invitados también a contemplar al niño en el pesebre. La Navidad culmina con esta fiesta, pero no podemos cerrar los ojos a una triste realidad.

La Navidad no es una fantasía imaginaria que cierra los ojos al sufrimiento de tantos niños privados de sus padres, tantos niños que no tienen posibilidad de ir a la escuela, millones de niños en otros países que tienen que dejar su tierra; el niño Jesús también fue perseguido, vivió en la pobreza, los Reyes tuvieron que regresar por otro camino porque Herodes quería matar al niño.

No dejemos que los niños pierdan su dignidad, la alegría de estas fiestas debe animarnos a todos a trabajar para que en nuestros hogares, en nuestras escuelas, en nuestra sociedad, los niños gocen de lo mínimo para una vida digna del cariño de sus padres, del respeto de las personas, de una educación suficiente y puedan así verdaderamente, llegar a ser hombres y mujeres que en medio de una sociedad llena de retos sean capaces de afrontar la vida siempre con optimismo, con alegría.

Felices fiestas de reyes, feliz fiesta de la manifestación del amor de Dios en Belén, para todos ustedes.

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