Columnas

La palabra del Cardenal

Carlos Garfias

Ha sido motivo de múltiples comentarios, hipótesis, interrogantes la muerte violenta de un sacerdote pero me pregunto yo, ¿todos los días vemos en los diarios, en los noticieros repetidas muertes de hombres y mujeres que en todo el estado y en otros estados de la República se dan como algo ya habitual?

La muerte de una persona sigue siendo una ofensa gravísima a Dios, hemos pedido el sentido, el respeto de la vida, el quinto mandamiento sigue diciéndonos cómo la sangre de nuestros hermanos clama al cielo.

La muerte violenta es una ofensa contra Dios mismo, la vida es sagrada porque él nos la dio y porque cristo nos redimió. En este sentido nuestra gran responsabilidad como sociedad y como Iglesia es fomentar el respeto a la vida, denunciar la existencia de armas mortales que desgraciadamente proliferan e ir venciendo o ir superando este clima de miedo, de inseguridad a través de una cultura de respeto a la vida, a través de un sentimiento verdaderamente fraterno en donde los asuntos se arreglen, no por la violencia, sino siempre en la paz, en la reconciliación.

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