Columnas

La inclusión financiera de los jóvenes

Jaime Arturo Vázquez Aguilar

La inclusión financiera constituye un tema que ha ganado relevancia, especialmente entre la población joven. Esta generación enfrenta un panorama económico complejo, donde el acceso a los servicios financieros es crucial para su desarrollo personal y profesional. A medida que los jóvenes se incorporan al mercado laboral o buscan emprender un negocio, la inclusión financiera se convierte en una herramienta imprescindible para ahorrar, solicitar un crédito, contratar un seguro o un plan para su retiro.

En un mundo cada vez es más digital, muchos trabajadores reciben su nómina a través de una cuenta bancaria, diversos gobiernos han incorporado el pago de trámites y servicios por medios digitales, incluso las transferencias de programas sociales se están bancarizando.

El acceso a los servicios financieros debidamente regulados no solo permite a las personas guardar dinero, realizar transferencias, recibir pagos o construir un buen historial crediticio; también representa un instrumento que ayuda a la gente a superar la pobreza y mejorar sus condiciones de vida. Tal es su relevancia que el Banco Mundial destaca que la inclusión financiera es un elemento catalizador para lograr 7 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.

No es un tema menor, pues la mitad de la población mundial tiene 30 años o menos. En México, de acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, en 2023, había más de 24 millones de jóvenes entre los 18 y los 29 años, de los cuales, alrededor del 60% reportó contar con un trabajo, con un ingreso promedio mensual de 7 mil 870 pesos, aunque poco más de la mitad eran informales.

Esto explica porque la mitad (49.9%) de la población mexicana nunca o casi nunca tiene un excedente dinero para ahorrar, peor aún, el 40% tiene poco margen para enfrentar un imprevisto, según la Encuesta Nacional sobre Salud Financiera 2023.

En promedio, la capacidad de endeudamiento máximo mensual de la población joven es de 2 mil 777 pesos; sin embargo, alrededor del 14% no tiene la posibilidad de pedir un préstamo y en el extremo opuesto únicamente el 7.4% podría obtener un crédito mayor a los 8 mil pesos.

En este contexto, la inclusión financiera adquiere gran trascendencia en la agenda nacional. Si bien, en los últimos años ha crecido la bancarización, aún es larga la brecha en diversos segmentos de la población. Para muestra un botón. En la actualidad, únicamente tres de cada cinco jóvenes tienen contratado al menos un producto financiero formal: 1) una cuenta, 2) un crédito, 3) un seguro o 4) una cuenta de ahorro para el retiro, pero solo uno de cada 20 posee los cuatro tipos y la diferencia es notoria en la geografía nacional, pues en el ámbito rural casi la mitad (47%) de los jóvenes no tiene contratado ningún instrumento financiero.

Los problemas son diversos, pero muchas veces los jóvenes no reciben una formación adecuada sobre cómo manejar sus finanzas personales, lo que puede llevar a una toma de decisiones financieras deficientes. La falta de conocimiento en áreas como ahorro, inversión, crédito y manejo de deudas limita su capacidad para aprovechar las oportunidades que ofrece el sistema financiero, esto aunado a la desigualdad, el empleo informal, la ausencia de sucursales bancarias, incluso la deficiente infraestructura tecnológica. 

Aunque la inclusión financiera, sobre todo, en los jóvenes aún enfrenta retos, hay diversos esfuerzos que pueden involucrar a este grupo poblacional que ha crecido en medio del desarrollo digital. De allí que el uso de aplicaciones tecnológicas es clave no solo para promover la bancarización, sino también, para impulsar el crecimiento de la economía mexicana y el bienestar de la población.

RYE

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