México ha emprendido grandes esfuerzos para ampliar los servicios educativos a toda la geografía nacional. La cobertura en educación básica prácticamente se logró en el último cuarto del siglo XX; en tanto que la educación media superior (EMS) ha tenido logros destacados, sin embargo, este nivel educativo aún enfrenta desafíos importantes. Con todo, la matrícula ha crecido exponencialmente en las últimas décadas, al pasar de 2.1 millones de alumnos en 1990 a poco más 5.5 millones en 2023, lo que significa un crecimiento de 162% en 34 años.
La EMS se oferta a través de tres grandes modelos educativos: el bachillerato general, que tiene como antecedente la Escuela Nacional Preparatoria, la cual se creó en 1867 con la promulgación de la Ley Orgánica de Instrucción Pública del Distrito Federal; el bachillerato tecnológico, cuyo referente más cercano es la preparatoria técnica, instituida en 1931; y la formación profesional técnica, que surgió a finales de la década de 1970 con el Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep).
A diferencia de la enseñanza básica (preescolar, primaria y secundaria), el bachillerato se expandió de forma fragmentada y sin un plan rector. Actualmente, este nivel educativo se oferta en más de 30 subsistemas en el territorio nacional, con diferentes tipos de control administrativo y presupuestal donde interviene el gobierno federal, las entidades federativas, las universidades autónomas y el sector privado.
Aunque pareciera que hay semejanza, lo cierto es cada subsistema tiene su marco normativo, sus objetivos, su organización escolar, incluso su plan de estudios, lo que ha dificultado la coordinación y la planeación nacional. Basta recordar que, en su momento, el desaparecido Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, subrayaba que la falta de compatibilidad entre opciones y la ausencia de coordinación entre instancias eran rasgos característicos de este tipo educativo. Por ejemplo, hay Colegios de Bachilleres y Conalep´s de orden federal y estatal.
Llevamos tres décadas tratando de instaurar un plan rector en EMS, durante este periodo se han gestado cambios de gran trascendencia como la creación de la Subsecretaría de Educación Media Superior en 2005, Reforma Integral de la Educación Media Superior en 2008, la obligatoriedad constitucional en 2012 y el Nuevo Modelo para la Educación Obligatoria en 2017.
El ejercicio más reciente, es el Marco Curricular Común de la Educación Media Superior (MCCEMS), que se publicó en el Diario Oficial de la Federación el 25 de agosto de 2023 y se circunscribe en el Modelo de la Nueva Escuela Mexicana, que busca homogeneizar los aprendizajes en las diferentes instituciones de la EMS con el objetivo de que los jóvenes puedan continuar sus estudios, retomarlos en caso de abandono o emplearse al concluir el bachillerato con un salario bien remunerado. Para ello, contempla un currículum fundamental, que incluye los recursos sociocognitivos y las áreas de conocimiento; un currículum ampliado, que está conformado por los recursos socioemocionales y los ámbitos de la formación socioemocional y, un currículum laboral, que contiene competencias laborales básicas y extendidas.
Si bien, hay posiciones encontradas en torno a sus objetivos y a la implementación del MCCEMS, más allá de alcanzar la coordinación que demanda voluntad y suma de esfuerzos, también tenemos enfrente el reto de garantizar el acceso y la permanencia a todos los jóvenes en edad de estudiar el bachillerato. Actualmente, solo 8 de cada 10 jóvenes están matriculados y únicamente 6 de cada 10 concluyen en tiempo y forma sus estudios, en promedio a nivel nacional. Esto sin considerar la disparidad que existe entre las entidades federativas y las regiones del país.
En efecto, estamos lejos de garantizar el ingreso universal a la educación media superior, más aún, no se ha logrado garantizar que todos los planteles, independientemente del tipo de subsistema que pertenezcan brinden una educación de calidad. El mejor ejemplo es que de cada 100 aspirantes que buscan ingresar a bachillerato en la Zona Metropolitana del Valle de México, la mitad solicita uno de los planteles de la Universidad Nacional Autónoma de México y lo mismo sucede en las entidades federativas donde las universidades ofertan servicios de bachillerato.
En los próximos años debemos materializar un plan nacional que permita la regulación y articulación de los subsistemas a nivel federal y estatal; presupuestos suficientes para la creación de nuevos planteles, la rehabilitación y la ampliación de los ya existentes, además de aprovechar la capacidad instalada; un programa de estímulos para que los jóvenes puedan acceder, permanecer y concluir el bachillerato, la revalorización de la planta docente y, por su puesto, lograr que un mayor número de planteles educativos ofrezca una educación de calidad, solo así lograremos apuntalar este nivel educativo.
rmr