14 de febrero, día de los enamorados. Día de la conmemoración de San Valentín de Roma. Una historia que no será aquí contada, pero que sirve para traer a cuento los sucesos que en esta fecha tan emotiva y romántica se han suscitado. No son muchos, pero sí varios relevantes.
Quizás el que más hace sentido sea la muerte de Vicente Guerrero. Soldados insurgente del sur que, sumado a las tropas de José María Morelos, combatió prácticamente durante todo el conflicto armado. A la muerte del Siervo michoacano, el sureño se replegó a la sierra del actual estado que lleva su nombre y lideró lo que conocemos como “la resistencia”, manteniéndose en pie de lucha hasta 1820, en que nuevos cambios vinieron de la península española. A finales de ese mes comenzó un intenso carteo con el antiguo jefe realista Agustín de Iturbide y aceptó adherirse a su plan de independencia trigarante (Religión, Independencia y Unión), participando en la campaña de liberación a lo largo de los meses de febrero a septiembre.
Lo demás es medianamente conocido: Iturbide fue electo emperador por los militares, y luego destronado por ellos mismos, incluido Guerrero, quien luego de haberse alineado con el vallisoletano le retiró su apoyo a causa de sus errores políticos. Tras la destitución de Iturbide, formó parte de uno de los triunviratos que antecedieron el establecimiento de la república, y luego, tras el gobierno de Guadalupe Victoria, se convirtió en el tercer gobernante del país, como el segundo presidente. Pero la forma en que ascendió al poder le ganó varios enemigos, y luego de una última campaña en el sur contra las fuerzas enemigas a su gobierno, fue traicionado y ejecutado el 14 de febrero de 1831.
Pero no solo Guerrero murió en una fecha tan cercana al día del amor y la amistad, sino que también otro personaje, igualmente sureño y nacido en Tixtla como el líder guerrillero, murió en la víspera de esta fecha (en el año de 1893). Se trata del escritor Ignacio Manuel Altamirano, conocido por sus novelas Clemencia, El Zarco y Navidad en las Montañas, pero quien también fue un prolífico político liberal y combatiente en favor de la república durante el segundo Imperio mexicano. Dos hijos de la misma tierra que combatieron por igual en favor de la soberanía nacional.
Un par de sucesos más vinculan a dos de los grandes próceres reconocidos por los gobiernos del país: Benito Juárez, icono del régimen actual, y Francisco I. Madero, a quien algún presidente tomó como “apóstol de la democracia” durante la transición del poder a inicios del siglo XXI. Ambos, en épocas distintas, por supuesto, realizaron actos tan importantes como instalar el gobierno republicano, que estaba en resistencia, en una sede alterna, en Guadalajara en 1858, o como cruzar la frontera con los Estados Unidos para ponerse en 1911 al frente del movimiento revolucionario que terminaría con el derrocamiento del dictador Porfirio Díaz. Ambos, sucesos de la mayor relevancia y que han sido recuperados conmemorativa e históricamente.
La pregunta que salta a la vista es, ¿habrán sido casualidad estos dos últimos sucesos, o podríamos pensar que ambos personajes guiaron sus planes “por amor al país” y por ello los pusieron en marcha el 14 de febrero? Y más aún, la muerte de Altamirano pero sobre todo la de Guerrero, su asesinato, ¿habrá sido un acto de arrebato pasional al presentarse en fecha tan romántica? Mucho que pensar en este día tan amoroso…
AML